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Tomás Piard es uno de los directores de cine cubano más consecuentes en la defensa del cine autoral, a pesar de las incomprensiones sobre su peculiarísimo estilo, su cuidadosa propuesta formal y su hermetismo y fuerza conceptual.

No es profeta en su tierra, a pesar del respeto que se le profesa, pero sí fuera de la isla, donde las cinematecas de Inglaterra y España han realizado retrospectivas de su obra.

Poseee una biofilmografía amplísima, que se inició en su juventud en la etapa de aficionado al séptimo arte, continuó mientras dirigía uno de los mas afamados y respetados cineclubes de creación en Cuba, una escuela verdadera para decenas de futuros hacedores de la televisión y el cine cubano, y después continuó ininterrumpidamente en los difíciles y duros momentos del llamado «período especial» (crisis económica por la caída del campo socialista) hasta la actualidad.

El tiene el mérito histórico de haber filmado, en 1987, el primer largometraje de ficción producido por el cine amateur cubano: «Ecos», 16 mm, blanco y negro, silente, protagonizado por César Evora, famoso actor descubierto también por Tomás Piard.

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Ni la triste y absurda muerte de su hijo, el también cineasta Terence Piard, amilanó su ánimo ni debilitó jamás su pasión verdadera, su razón de vida, su fuerza vital: la creación cinematográfica.

Posiblemente Cuba no cuente con cineasta de la estatura de Piard, hombre extremadamente prolífico, aglutinador de voluntades y sagaz descubridor de talentos en ciernes (fue él quien le dio a Jorge Perugorría su primera oportunidad en el cine con su largometraje «Boceto», que muchos piensan que fue en «Fresa y Chocolate»).

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Muchos también deben su primera oportunidad a Tomás Piard. Yo se la debo. También mi formación como cineasta, el rigor y el respeto al cine que nunca he traicionado, el descubrimiento de la magia del lenguaje fílmico, el primer encuentro con los maestros del cine cubano, entre tantas cosas. En lo personal, ha sido siempre un confidente, como nadie.

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Para Juan Antonio García Borrero, destacadísimo analista y crítico de cine cubano:

«El cine cubano tiene en Tomás Piard a su director más persistente. Prolífico, a la par que desconocido, Piard se ha encargado de tejer una filmografía que aún espera por estudios profundos. Desde luego, el gran problema está en cómo acceder a ese cine que alguna vez me dio por llamarle “cine sumergido”.

Ahora Tomás Piard acaba de estrenar su último largometraje de ficción: «La ciudad», coproducido por RTV Comercial, con la colaboración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

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El staff del filme lo conforman Raúl Rodríguez -dirección de fotografía-, Ernesto García -dirección de producción-, Nelson García -dirección de arte, Daniel Diez. Jr. –edición-, Patricio Amaro –música-, Velia Díaz de Villalvilla -diseño sonoro-, y Daphne Guisado -sonido directo-, entre otros.

El reparto de actores cuenta con Luisa María Jiménez, Dania Splinter, Herminia Sánchez, Patricio Wood, Omar Alí, Héctor Echemendía, Martha Salema, Adriana Febles y Carlos Solar.

A continuación reproducimos fragmentos de dos artículos sobre el estreno de «La ciudad», de Tomás Piard.

“La ciudad” de Tomás Piard, entre la emigración y la nostalgia

Cecilia Crespo, para OnCuba Magazine

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«La ciudad» es un drama muy humano y espiritual  sobre circunstancias y conflictos actuales, según declara a OnCuba, con el que experimenta una significativa transición temática, genérica y conceptual en su trayectoria.

La emigración, la espiritualidad, la nostalgia, la fe, la amistad, el amor y la desilusión son algunos de los tópicos que aborda el filme que por estos días ultima sus detalles de doblaje y de banda sonora.

Se trata de un largometraje  cuyo guion posee una estructura un tanto circular. Se compone por tres historias, diversas entre sí, cuyo hilo conductor es precisamente el actual tema del éxodo, la emigración y el dilema de irse, quedarse y regresar. Este fenómeno es abordado mediante la vida de personajes contemporáneos, de diversas generaciones y sexos que se ven expuestos al dolor que siempre causan las separaciones. Son personas que se van, por asuntos religiosos, por amor o por aspiraciones profesionales. Los personajes de los distintos cuentos no tienen nada que ver entre sí, solo se cruzan una vez.

Producida por RTV Comercial, con la colaboración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la cinta cuenta con las actuaciones en el primer cuento de Luisa María Jiménez, Dania Splinter y Herminia Sánchez. Le siguen en los otros cuentos Patricio Wood, Omar Alí y Héctor Hechemendía y los jóvenes Martha Salema, Carlos Solar y Aidana Febles. El guion es del propio Piard, con quien conversamos sobre esta reciente producción. 

¿Alguna  vivencia personal  específica sobre la emigración le inspiró a realizar este filme?

Esta película se inspira en mi memoria y en la cantidad de familiares, amigos y conocidos que se me han ido del país. Se basa en mi historia y en las de personas que, aunque no conozco directamente, sus tristes historias me han sensibilizado.

¿Por qué eligió el título La ciudad para discursar sobre este tema en un largometraje?

La ciudad es el resumen de nuestra Isla que en estos momentos se encuentra en proceso de transformación. La película se desarrolla hoy día, es muy actual y versa también sobre el proceso de restauración del espíritu del cubano. El cubano se ha deteriorado humanamente, aunque duela decirlo, siento que se ha denigrado psicológicamente y en muchos aspectos más, porque la parte material ha influido muy negativamente en los seres humanos, en sus valores y en su espiritualidad.

La emigración ha sido un fenómeno que nos ha tocado a muchos cubanos y ha sido abordado en nuestros medios en reiteradas ocasiones. ¿Qué aristas novedosas propone con esta cinta?

Hablo del problema religioso. De lo duro que resultó para los católicos vivir en Cuba hace unos años. Creer en la Virgen del Cobre era un delito, ese fue el motivo de que expulsaran a una muchacha de la universidad y ahora se le realizan peregrinaciones  a la virgen y la pasean por todo el país como la patrona de Cuba que siempre ha sido. 

La primera historia es de mujeres, toco problemas muy íntimos como este referente a la fe y a lo que se renunciaba por defender las creencias religiosas en aquellos momentos. Durante años en que tú no viviste los que somos mucho mayores vivimos cosas que hoy día no suceden. Nos tuvimos que enfrentar a muchos hechos terribles que hoy parece que quisieran borrar de un palmazo. En la secundaria, en el preuniversitario y en la universidad el que pensaba diferente era discriminado, el que tenía otra ideología y creencias religiosas eras expulsado de la enseñanza y al final no te quedaba más alternativa que abandonar el país.  

No hay una sola familia cubana que esté completa, a todas les falta un integrante que emigró, todas están desgraciadamente fracturadas. Por ponerte mi ejemplo, hace muy poco me reencontré con unas primas mías muy queridas que emigraron en mi infancia y nunca más supe de ella. Tenían veintitantos cuando se fueron y ahora puedo comunicarme nuevamente con ella que ya tiene ochenta años. El diálogo entre nosotros no puede ser normal porque pesan todos esos años de ausencia y de silencio. El filme trata sobre eso.

También trata sobre la idea de irse de Cuba que acompaña a las nuevas generaciones. Muchos jóvenes están pensando de qué forma emigrar, se gradúan y se van. Lo he vivido siendo profesor en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual  (FAMCA). Otra arista interesante que expone la película es la imposibilidad de amar debido a la distancia, a los amores que no tienen futuro  y que se truncan debido a la emigración.

El capitolio en restauración es una de las locaciones recurrentes del largometraje. ¿Funciona este como metáfora al estado de la identidad y de la sociedad cubana contemporánea?

La visualidad  actual del capitolio está dada también por una característica que está marcando profundamente este momento histórico que es la desidia, que a nadie le importa a nada. Gran parte de los conflictos del filme están representados en El capitolio que es el símbolo del país y de la República, como está ahora en proceso de restauración, representa a la Cuba de hoy que se restaura poco a poco. Los personajes no se relacionan con El capitolio, este sitio funciona como un personaje más y como una suerte de paralelismo. La semiótica, el significado de los lugares, es muy importante para mí. Algunos sitios de la ciudad hablan de nosotros, de cómo somos y de lo que queremos ser.

Este filme supone una ruptura con su obra anterior. ¿Qué quiso transmitir como creador esta vez?

Temía haber cambiado o desviado mi sello debido a lo diverso del tema en mi manera de filmar, pero mis compañeros de staff que han estado conmigo en mis anteriores filmes y conocen mi obra me dijeron:  “Tomás, sigues siendo tú lo que con otro tema, tu estilo y esencia se mantienen.”

Desde 1993, año en que se estrenó Fresa y Chocolate, se ha ido imponiendo la estética de la miseria, lo que prevalece en casi todas nuestras películas. En este filme si iba a hablar de la ciudad no quería referirme a sus miserias, sino a todo lo contrario. Quise mostrar la ciudad bella que también existe, entonces ¿por qué no transitar también por ella en vez del trillado sendero de las fachadas derruidas? Si estoy hablando de la restauración de la ciudad ¿por qué no andar por los edificios y sitios bien conservados?

Esta ciudad que muestro es la alternativa a la más conocida en los audiovisuales contemporáneos. Esta Habana existe y es una de las siete ciudades maravillas del mundo contemporáneo. Hay muchos exteriores en este material que enaltecen la belleza citadina. Aparecen también el Prado, el Parque Central con toda su belleza circundante, el Malecón, esa línea que une a la ciudad vieja con la nueva y funciona como balcón de la ciudad a donde vamos todos.

El filme es un homenaje a la capital de todos los cubanos desde una visión  intimista. Los interiores tampoco son miserables, esta todo limpio y son hogares de personas que tienen un determinado nivel, tanto económico como intelectual, pero que han sufrido mucho. Mi intención fue alejarme de la vulgaridad y de lo feo escapando un tanto de la misma miseria de siempre.

Tomás Piard filma ‘La ciudad’

L. L. Padrón, para Diario de Cuba

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En «La ciudad» Piard regresa al plató para discursar sobre emigración, espiritualidad, el desamor y la desidia.

Se trata de «un drama humano y espiritual muy actual», según declarara el director, un giro de 360 grados en su cinematografía, en la que se incluyen incluso títulos de corte fantástico.

En un país donde los que se van son cada vez más y menos a los que algo les importa, es necesario filmar la emigración y la desidia.

El guión de La ciudad es del propio Piard, quien se inspiró en su «propia memoria y en las tristes historias de conocidos, de amigos, y de gente que aunque no conocí directamente, supe de su sufrimiento debido a las separaciones», expresó.

Los cotidianos conflictos como la emigración, la nostalgia y la desilusión son algunas de las temáticas que se reflejan en la película, con un guión circular compuestos por tres historias concatenadas. Los personajes de los distintos cuentos solo se cruzan una vez durante la trama y atraviesan situaciones humanas muy difíciles: tienen que renunciar a lo que aman y se resignan a la ausencia, a la pérdida y al dolor de la separación.

El largometraje, producido por RTV Comercial, al igual que Conducta y otros recientes filmes cubanos, contó con la colaboración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), lo que garantiza que no será censurado como Regreso a Itaca, película que también discursa sobre la emigración y sus secuelas.

La trama de La ciudad se sustenta en las actuaciones de Luisa María Jiménez, Dania Splinter y Herminia Sánchez en el primer relato. Patricio Wood, Omar Alí y Héctor Hechemendía protagonizan la segunda historia, sobre el amor homosexual, la renuncia y el respeto. El tercer cuento, sobre el  amor y la constante idea de emigrar de los más jóvenes, cuenta con las interpretaciones de Martha Salema, Carlos Solar y Aitana Febles.

Piard tituló el filme La ciudad porque «la capital es el resumen de nuestra Isla, que en estos momentos se encuentra en proceso de transformación. La película se desarrolla hoy día, es muy actual y versa también sobre el proceso de restauración del espíritu del cubano. El cubano se ha deteriorado humanamente, aunque duela decirlo, siento que se ha denigrado psicológicamente y en muchos aspectos más, porque la parte material ha influido muy negativamente en sus valores y en su espiritualidad».

La temática de la  emigración ha sido abordada en reiteradas ocasiones en el cine desde Memorias del subdesarrollo. Piard hurga en temas poco abordados, como la religiosidad. «En el filme expongo  lo duro que resultó para los católicos vivir en Cuba hace unos años. Creer en la Virgen del Cobre era un delito, ese fue el motivo de que expulsaran a una muchacha de la universidad y ahora se le realizan peregrinaciones.  Durante años, los que somos mucho mayores vivimos cosas que hoy día no suceden. Nos tuvimos que enfrentar a muchos hechos terribles que hoy parece que quisieran borrar de un palmazo. En la universidad el que pensaba diferente era discriminado, el que tenía otra ideología y creencias religiosas era expulsado de la enseñanza y al final no le quedaba más alternativa que abandonar el país. No hay una sola familia cubana que esté completa, a todas les falta un integrante que emigró, todas están desgraciadamente fracturadas», declaró el director de El viajero inmóvil.

El filme está lleno de exteriores de esa ciudad también hermosa, aunque a veces la opaquen la miseria, las fosas reventadas, la mugre y los derrumbes. Piard ha querido alejarse de esa decadencia.

«Si iba a hablar de la ciudad no quería referirme a sus miserias. Quise mostrar la ciudad bella que también existe. Si estoy hablando de la restauración de la ciudad ¿por qué no andar por los edificios y sitios bien conservados? Mi intención fue alejarme de la vulgaridad y de lo feo escapando un tanto de la misma miseria de siempre», concluyó el cineasta, perteneciente también al G-20, grupo de realizadores que aguarda la proclamación de una Ley de Cine que ampare las realizaciones de forma independiente, entre otras regulaciones beneficiosas para la creación audiovisual en el país.

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