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Este nuevo texto del profesor y crítico de cine Gustavo Arcos, que me envió para la publicación en este sitio bajo el titulo con el que aparece, fue publicado bajo el titulo «Vertigos» en la sección cultural del sitio digital OnCuba.

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rey_15Hace pocos días la actriz cubana Yordanka Ariosa ganó el premio de su categoría, en el Festival de San Sebastián, por su interpretación en la película El rey de La Habana, una producción española dirigida por Agustí Villaronga.

En el campo de la cultura nacional esto es una gran noticia puesto que el festival ibérico es uno de los más respetados y relevantes de los que se celebran en el mundo. La película está basada en un libro del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez, un autor maldito, cuyas obras apenas han sido editadas y circuladas en Cuba aunque gozan de bastantes admiradores en el mundo de las letras hispanas. La historia del filme se adentra en La Habana “profunda” donde pululan marginales, violencia, prostitución y sobrevivencia. Un retrato duro, cotidiano, que muy pocas veces apreciamos en las pantallas de nuestros televisores.

Las licencias para el rodaje de esta película no fueron otorgadas. Parece que en alguna instancia consideraron poco optimista este proyecto y por tanto no estábamos interesados en ofrecer nuestras calles para ello. ¿Tienen dueños nuestras calles? ¡Ah, cierto, las calles son del pueblo! Pero ¿acaso el filme no reproduce los conflictos y angustias de una parte de…ese pueblo?

El equipo de rodaje tuvo entonces que trasladarse a República Dominicana, que se ha convertido en el plató que mejor nos representa si tomamos en consideración la gran cantidad de proyectos sobre nuestra isla que se han filmado allí. En algunas ocasiones fue el Bloqueo, que impedía que compañías o artistas norteamericanos interesados en filmar aquí pudieran hacerlo. Ahora… bueno, ahora solo se trata de…no quiero que ruedes tal cosa por acá.

Con toda seguridad los realizadores de este filme querrán traerlo al próximo Festival de La Habana y después buscar las vías para exhibirlo comercialmente en nuestras salas. A fin de cuentas el guion, parte del reparto, el tema y las problemáticas que trata son cubanas. ¿Tendremos oportunidad de verla estrenada? La verdad es que no lo creo. Me gustaría que los que toman esa decisión demostraran que estoy equivocado.

Actualmente se filman en Tenerife escenas de la película Las cuatros estaciones, basadas en la tetralogía sobre el ficticio investigador policial Mario Conde y escrita por otro “maldito”, nuestro Leonardo Padura. El reparto y muchos de los técnicos y artistas son cubanos. Aunque para esta obra sí recibieron licencias de rodaje algunas escenas les resultaron incómodas a ¿los que controlan nuestras calles? Particularmente difíciles fueron aquellas en las que aparecía una de nuestras estaciones policiales de fondo, que tal vez tendrá que ser recreada con el programa After Effects.

La lista de filmes cubanos exhibidos tímidamente o censurados es larga. Ahora mismo recuerdo por ejemplo que Memorias del desarrollo (Miguel Coyula), Video de familia (Humberto Padrón), Fuera de liga (Ian Padrón), Revolution (Mayckel Pedrero), Molina’s feroz (Jorge Molina), Buzos, leones y tanqueros (Daniel Vera), La vaca de mármol (Enrique Colina), Utopía (Arturo Infante), Afuera (Vanesa Portieles y Yanelvis González), Off line (Yaima Pardo) y Zona de silencio (Karel Ducasse) nunca han tenido el privilegio de encontrarse con los espectadores nacionales de manera directa y transparente. Hay más.

Los cineastas y críticos cubanos llevan tiempo alertando sobre los problemas que rodean a toda la industria del audiovisual nacional: desorganización, incoherencia, atomización, falta de fondos, ausencia de leyes, censuras, perdida de liderazgo, carencia de salas para la exhibición, insuficiente respaldo a las escuelas de cine y medios…

La mayor parte de los países del mundo han adoptado o reformado sus propias leyes de cine, comunicación o audiovisuales. Han salido de las crisis, las parálisis y las deformaciones de sus cinematografías. Se han generado debates, consensos, oportunidades, alianzas para sacar adelante el cine integrándose a las nuevas plataformas digitales, los canales temáticos, las oportunidades que brindan las redes sociales o las descargas online. Se han enfrentado a las autoridades, los poderes mediáticos o las políticas discriminatorias de los grandes estudios.

Nosotros, que tan temprano nos levantamos en los años 60 para liderar el cine latinoamericano y convertirnos en un referente universal en el campo de la cultura artística, nos hemos quedado dormidos y paralizados ante estos nuevos desafíos y las únicas señales que estamos enviando son las de coartar, discriminar, obstaculizar, sospechar. Parece que el silencio es la respuesta a una situación que da vértigo.

Quizás estoy desvariando. Tal vez me equivoque. Pero la única manera de saberlo será cuando vea en nuestras pantallas todo nuestro cine: el bueno, el malo y el feo.

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